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Lo que aprendí del terremoto en mi hermoso Ecuador


Hace apenas una semana en mi país como siempre todo era paz, nuestra preocupación común giraba alrededor del manejo político, el despilfarro de nuestros gobernantes, el desempleo rampante, la caída de la economía, la prepotencia de quienes se creen dueños incluso de nuestros pensamientos. Cosas con la que los ecuatorianos hemos aprendido a vivir desde hace muchas décadas, sin embargo, algo que nadie se esperaba pasó, de un momento a otro la tierra empezó a temblar, en la capital, Quito, que es donde yo vivo el terremoto se sintió, la gente salió asustada a las calles, sin saber qué es lo que pasaba.

Minutos después en todo el país la incertidumbre se adueñó de los hogares, en la televisión nacional parecía que no había pasado nada, la programación era la normal, no había cortes para informar lo que pasaba, pero por otro lado las redes sociales decían otras cosas, hablaban de una catástrofe, hablaban de que algo muy grave había pasado en la costa de mi país. Quienes empezaron o dieron la primicia de la noticia fueron las cadenas internacionales, informados por sus corresponsales, por cierto periodistas ecuatorianos. Horas después, no es mentira, horas después apareció una de las autoridades del país a contar a medias algo que al parecer ni él mismo estaba bien enterado, entonces aprendí que la ley de comunicación no sirve para nada, pretender administrar toda la información, pretender ser los dueños de la verdad, pretender manipular todo para sus fines. Por esta razón el país no se movilizó mucho antes.

Una vez que los canales del estado medio mal informaron sobre la situación del país, incluso se pudo ver, usando en momentos señal privada, los canales privados empezaron a informar sobre todo la sucedido y por fin pudimos ver la realidad de lo que había pasado, en lugares como Pedernales, Manta, Bahía en principio ya con el pasar de los días aumentaron los lugares: Muisne, Jama, Canoa, entre otros, y decenas de poblados o caseríos en la costa del país, aprendí entonces que las redes sociales y los medios privados son vitales para estos eventos.

Al siguiente día el país se movilizó, no necesitamos que nada ni nadie nos dirija, hablo de la capital, en una de las principales avenidas de la ciudad, en donde por cierto está la sede del partido gobernante sin una sola alma, los quiteños se autoconvocaron y empezaron a reunir donaciones, lo mismo pasó en el sur, en empresas privadas, la gente preguntaba dónde podía dejar sus donaciones, las personas ponían a disposición sus camiones, sus oficinas, sus casas, sus discotecas, sus locales, su gente, y sobre todo sus ganas. Aprendí que los ecuatorianos no necesitamos de autoridades para ser solidarios, para entender que los seres humanos estamos encima de las ambiciones y las condiciones sociales.

Durante todo el domingo se fueron uniendo las distintas autoridades locales a la cruzada que la ciudadanía había comenzado, los alcaldes de la ciudad de Quito y Guayaquil lideraron la cruzada, tengo que reconocer que el alcalde de la capital hizo algo que hasta ahora pensé que nunca lo haría, hacer algo, envió brigadas de rescate y organizó la recepción de donaciones así como también la entrega de las mismas afectadas aprendí entonces que la capital si ha tenido alcalde.

Durante toda la semana con la ayuda de un grupo de gente solidaria receptamos donaciones en las oficinas de nuestra empresa, amigos entrañables de toda la vida, personal de la empresa, socios de la misma, personas a las que he conocido en los últimos años en las aulas. Recibimos donaciones de la empresa privada, de muchos amigos, compañeros del colegio, conocidos, desconocidos, amigos de colombia, ex compañeros que viven en el extranjero, debo reconocer que los primeros días sentía que no habíamos logrado la convocatoria, pero el milagro se dio en las últimas 24 horas, empezaron a llegar los donativos y la oficina no dio abasto. Aprendí que de los ecuatorianos siempre debemos esperar hasta el último, había dicho que salía el sábado y SI hasta el sábado logramos reunir 24 toneladas de donaciones.

Al proyecto se unieron cuatro compañeros, un ex alumno que por cierto nos aportó un camión de 10 toneladas, el hermano de uno de los voluntarios que con otro camión de la misma capacidad demostrando que la gente de buen corazón existe, un personaje que con una pequeña furgoneta no hizo más que alegrarnos el corazón con sus historias, que para ser honesto no se si son o no ciertas, pero que en todo caso nos alegraron el momento; y a todo esto se sumaron tres habitantes de las zonas afectadas. dos habitantes del poblado de los lugares afectados. Apenas un día antes no contábamos con un solo centavo para comida, transporte y combustible, sin embargo, bastó con pedir a mis excompañeros del colegio para lograr recaudar lo suficiente para cubrir el 90% del total de gastos. Manos sobraron para armar los kits, para cargar los camiones, para alegrarme la vida, familia, amigos, conocidos, desconocidos, fueron cientos de manos, muchas de las cuales jamás he visto. Aprendí, entonces, que estoy rodeado de gente maravillosa, y que Dios día a día no hace más que llenarme de esos ángeles de luz que tanto iluminan mi vida.

El viaje fue lento pero seguro, la voluntad de la policía se hacía presente, pero debo ser honesto un ministro tiene más seguridad que los camiones con donaciones, en fin sigamos, una persona en especial lideró el traslado a la zonas afectadas, logrando que lleguemos seguros, llegamos San Clemente a las 8 de la mañana y la verdad debo decirlo, me encontré con una ciudad en pie, sin embargo, al conversar con sus habitantes descubrimos que había comunas alrededor afectadas, y llegamos a la conclusión que debíamos ir a una en especial, puesto que otras como Laguna estaban siendo atendidas por la Cruz Roja, esta era Santa Bárbara, nos encontramos con desolación, con tristeza, pero algo me llamó la atención y fue el hecho de que las viviendas caídas eran las que se habían construido en los últimos años por el MIDUVI, si señores las que había financiado el gobierno, en fin como decía uno de los comuneros no es culpa del presidente, decía él, es culpa de los constructores que lo hacen quedar mal, no quise discutir la verdad, para mi es este presidente el que por su testarudez más allá de su buena voluntad ha hecho de los proyectos gubernamentales no sean más que un sinónimo de corrupción. Aprendí entonces que la gente vive engañada, que el presidente vive engañado, que nosotros vivimos engañados.

Horas después emprendimos el viaje a Jama luego de haber comido uno de los platos más exquisitos después de más de 24 horas sin dormir, arroz con atún y mayonesa a cuchara compartida y con la ayuda de una familia vecina de la UPC que nos ayudó. Dos horas más de viaje y muchas ganas de seguir ayudando valieron la pena, llegamos y nos encontramos con una ciudad destruida, devastada, en escombros, fuimos recibidos por una familia a la que habíamos decidido entregar las donaciones a que sean entregadas a quienes las necesiten, eran apenas 3 manos que nos esperaban más 4 habilitadas de nuestra parte y un más de 10 toneladas por entregar, parecía una tarea imposible y de un momento a otro contábamos con 30 manos de gente voluntaria que se sumó sin recibir nada a cambio, dos de ellas eran de la policía nacional, lo que parecía una tarea de muchas horas se redujo a apenas una hora de trabajo. Aprendí que la gente solidaria existe, que la gente buena es más que la gente mala, aprendí que basta con tener una razón para ser parte de la solución.

Seis horas después estábamos de regreso en la capital con la sensación de haber hecho algo por alguien y de no haber hecho nada por todos, casi 48 horas sin dormir valieron la pena. Aprendí que en todo problema habrán pillos, vivos, pero también aprendí que la gente no es tonta que hagan lo que hagan el pueblo se dará cuenta tarde o temprano de sus fechorías. Aprendí que existe gente buena, aprendí que los ecuatorianos somos distintos y que muchos de nuestros gobernantes de seguro no merecen ser reconocidos como ecuatorianos, aprendí que la humanidad tiene esperanza si todos fuésemos ecuatorianos, aprendí que Dios me ha rodeado y ha puesto en mi vida gente buena, gente de buen corazón , gente con defectos, gente con errores, pero sobre todo gente con un corazón infinitamente grande. Aprendí que no todo lo que vemos es lo que es, ni todo lo que es es lo que vemos. Aprendí que ser ecuatoriano es lo mejor que le puede pasar a un habitante de este planeta. Dios cuide siempre a sus habitantes y castigue a quienes con su ambición no hacen más que avergonzarnos al tener que llamarlos ecuatorianos.


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